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El diente de león, muy conocido por los niños que disfrutan soplando sus pistilos blancos tras la floración, es aún más conocido por los aficionados a la fitoterapia. Averígüelo todo sobre esta planta que sólo es una mala hierba de nombre...
Esta planta herbácea perenne de la familia Taraxacum está presente todo el año en campos y prados, con cerca de 300 especies descritas en Francia. Sus raíces pueden alcanzar los 50 cm de profundidad y son, junto con las hojas, las partes más utilizadas en fitoterapia por sus propiedades de confort digestivo.
Su uso como planta medicinal se remonta a algunos miles de años antes de nuestra era, por los médicos árabes que ya la mencionaban en sus escritos. Luego fue muy utilizada por los griegos en la antigüedad, pero no fue hasta el siglo XVI cuando pasó a formar parte de la medicina tradicional para tratar las enfermedades renales, los trastornos de la vesícula biliar o la retención de líquidos. Posteriormente, en el siglo XIX, fue el doctor Leclerc quien reveló sus beneficios para el hígado y la vesícula biliar.
En aquella época, el diente de león se utilizaba en la medicina tradicional china para aliviar a los enfermos de cáncer o hepatitis y reforzar el sistema inmunitario.
Hoy en día, el uso del diente de león está reconocido en muchas farmacopeas oficiales de todo el mundo, como las de la India, Gran Bretaña, Alemania y China.
Las hojas del diente de león pueden consumirse frescas, en ensalada. Son muy interesantes desde el punto de vista nutricional, ya que son muy ricas en fibra, vitaminas (A, B6, B9 y C), minerales (calcio, hierro y potasio) y antioxidantes.
Sus principios activos son numerosos, pero el más importante es sin duda la taraxina, responsable de la acción desintoxicante y depurativa del diente de león. También es lo que le confiere su sabor ligeramente amargo.
El diente de león también es muy rico en flavonoides y ácidos fenólicos, con reconocidas propiedades antioxidantes.
Por último, contiene terpenos, inulina (principalmente en las raíces), fitoesteroles y esteroles.
El diente de león es conocido principalmente por su fuerte acción diurética. Este efecto diurético se estudió por primera vez en humanos en 2009, en un estudio estadounidense1 que reconoció su eficacia.
La ESCOP (European Scientific Cooperative for Phytotherapy) también reconoce el uso de la hoja de diente de león como complemento en el tratamiento de enfermedades para las que conviene aumentar la eliminación de orina (por ejemplo, reumatismo y prevención de cálculos renales). También se cree que la raíz de diente de león puede estimular las funciones biliares y hepáticas gracias a sus propiedades colagogas.
Gracias a sus propiedades diuréticas, el diente de león es eficaz para favorecer la eliminación de agua en casos de retención de líquidos, edemas o celulitis.
La Comisión E reconoce el uso de las hojas de diente de león para tratar la pérdida de apetito mediante la estimulación de las secreciones salivares y gástricas y la activación de las enzimas hepáticas.
También alivia la hinchazón, las náuseas y los trastornos intestinales.
Las raíces del diente de león contienen una fibra alimentaria perteneciente a la familia de los fructanos, conocida por su poder laxante.
Los esteroles vegetales (fitoesteroles) contenidos en el diente de león contribuyen a reducir el colesterol malo en sangre (colesterol LDL), responsable de los trastornos cardiovasculares. Sus propiedades ligeramente fluidificantes también contribuyen a reducir la formación de placas de ateroma en las paredes de las venas y arterias.
La raíz de diente de león, en tintura madre o decocción, puede aliviar el eczema atópico y la dermatitis. Las raíces frescas en cataplasma actúan como apósito calmante.
El látex contenido en el tallo se utiliza externamente para tratar las verrugas, gracias a su efecto cáustico sobre la piel.
A menudo causados por la acumulación de sales de ácido úrico en los tendones o cartílagos, los dolores de reumatismo y artrosis pueden aliviarse con una cura de diente de león.
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La posología varía en función de la parte utilizada y del modo de empleo.
Las personas que padezcan cálculos biliares deben consultar a su médico antes de tomar diente de león.
Del mismo modo, las personas que padezcan enfermedades cardíacas o renales deben evitar el consumo regular de diente de león.
Las plantas pertenecientes a la familia de las Asteráceas (achicoria, diente de león, margaritas, alcachofa, etc.) son alergénicas, por lo que si se es alérgico a alguna de estas plantas, no se debe consumir diente de león.
Por último, el látex que contienen los tallos también puede provocar reacciones alérgicas en la piel.
1. El efecto diurético en sujetos humanos de un extracto de Taraxacum officinale folium durante un solo día. Clare BA, Conroy RS, Spelman K. J Altern Complement Med. 2009 Aug;15(8):929-34.