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Aunque se conoce sobre todo por su fruto, de sabor dulce y exótico, la papaya se utiliza en fitoterapia por sus semillas, hojas, látex ¡e incluso sus raíces! Concéntrese en esta planta con mil virtudes...
Esta palmera, que puede alcanzar los 10 metros de altura, pertenece a la pequeña familia de las Caricáceas. Los botánicos la clasifican entre las brasicáceas, como la col, el berro o la mostaza.
Sus frutos, de color amarillo anaranjado y forma ovoide, pueden pesar hasta 5 kg.
Desconocida en estado salvaje, la papaya (carica papaya) se originó probablemente a partir de un cruce espontáneo entre otras dos especies en América Latina. Luego se propagó rápidamente, gracias a sus semillas, que tienen la característica de conservar su poder germinativo durante mucho tiempo. Este árbol muy fértil y bastante robusto se desarrolló así en Asia, África y América.
Los indios y amerindios utilizan desde hace mucho tiempo la papaya para ablandar la carne dura: ponían la pulpa del fruto sobre la carne y luego la envolvían en hojas de papaya.
La papaya no llegó a Europa hasta el siglo XVII, pero sigue siendo relativamente rara en nuestras estanterías francesas.
La papaya es una de las frutas moderadamente dulces y calóricas, ya que contiene 9,9 g de hidratos de carbono y 43 calorías por 100 g. Brilla por su contenido en vitamina C, ¡incluso superior al de las naranjas o los pomelos!
Como indica su bonito color naranja, la papaya también es muy rica en betacaroteno, que contiene casi en las mismas proporciones que las zanahorias. En cuanto a minerales, no se queda atrás, con niveles muy interesantes de potasio y calcio.
Por último, la papaya es una de las frutas ricas en fibra, la mayor parte de la cual es pectina.
Las paredes de la fruta contienen látex, en mayor cantidad cuanto más verde es la fruta. Este látex contiene dos principios activos: la papaína y la quimopapaína, dos enzimas eficaces para facilitar la digestión de los alimentos proteicos.
Muy ricas en lípidos, y en particular en ácidos grasos monoinsaturados, las semillas de papaya contribuyen a mantener una buena salud cardiovascular.
También son ricas en glucatropéolina y glucosinolato, dos sustancias abundantes en la col y el brécol, así como en isotiocianatos, que poseen numerosas propiedades medicinales (antiinflamatorias, anticancerígenas, antibacterianas, etc.).
Contienen látex (como la pared del fruto) pero también flavonoides antioxidantes y carpaína, que es cardiotónica pero también cardiotóxica en dosis elevadas.
Las virtudes medicinales de la papaya son numerosas y dependen de la parte utilizada (hojas, semillas, látex o fruto).
La papaína contenida en el látex se utiliza ampliamente en farmacología para tratar la insuficiencia gástrica y duodenal.
Por vía externa (cataplasma, aplicación local) trata las afecciones bucales y faríngeas, la cicatrización de heridas, pero también afecciones cutáneas como forúnculos o verrugas.
La quimopapaína se utiliza para aliviar los dolores neurálgicos del nervio ciático (hernias discales).
Las infusiones de hojas son eficaces para mejorar la hinchazón y los trastornos digestivos. También se le atribuye un eficaz efecto hipoglucemiante en casos de diabetes moderada.
Los aborígenes australianos creen que tienen propiedades anticancerígenas, aunque esto aún no se ha comprobado científicamente.
Las hojas amarillentas de la papaya se utilizan en Asia para tratar infecciones víricas (como el dengue) al elevar el nivel de plaquetas en la sangre.
Las semillas de la papaya, gracias a su contenido en glucatropeolina, un glucosinolato, tienen reconocidos efectos antiparasitarios (acción vermífuga), antibacterianos, analgésicos y anticancerígenos (al frenar el desarrollo de las células cancerosas).
La fruta : Rica en vitaminas, minerales, antioxidantes y fibra, la papaya es una fruta saludable por excelencia.
Un estudio1 ha demostrado que el consumo semanal de papaya reduce el riesgo de desarrollar cáncer de útero.
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Como tisana: remojar una cucharadita de hojas de papaya 3 veces al día hasta que se enfríen.
También existen extractos líquidos de hojas de papaya; la dosis recomendada es de una cucharadita al día diluida en un vaso de agua.
La papaína extraída del látex se encuentra más a menudo en forma de cápsulas con dosis variables, la posología se indica en la caja.
El látex de la papaya es especialmente alergénico. Además de los alérgicos al látex, existe una alergia cruzada al plátano, el aguacate, la castaña o el kiwi: si se es alérgico a alguna de estas frutas, es mejor evitar el consumo de látex.
Como medida de precaución, la papaína no está recomendada para mujeres embarazadas y lactantes.
Los efectos de la papaína podrían sumarse a los de los anticoagulantes o antiagregantes plaquetarios.
1. Siegel EM, Salemi JL, et al. Consumo dietético de nutrientes antioxidantes y riesgo de neoplasia intraepitelial cervical incidente. Gynecol Oncol. 2010 Sep;118(3):289-94.