Levadura de Arroz Rojo q10 Colesterol
- Combina levadura de arroz rojo y coenzima Q10
- Ayuda a mantener los niveles normales de colesterol
Este oligoelemento de la familia de los metales desempeña un papel fisiológico fundamental en el buen funcionamiento del organismo. Descubramos las numerosas funciones de este mineral poco conocido...
Simbolizado Cr en la tabla periódica de los alimentos, el cromo es un metal de transición. El nombre de cromo procede del latín chroma, que significa "color", porque los compuestos de cromo son muy coloridos.
Aunque el cromo se utiliza desde hace miles de años, no fue hasta 1790 cuando Nicolas Louis Vauquelin lo aisló y estudió. Después, los científicos tardarían casi siglos en estudiar los efectos de este oligoelemento en el organismo.
En 1955, los doctores Mertz y Schwarz descubrieron que el cromo forma parte del GTF (Glucose Tolerance Factor), es decir, de los diferentes factores que potencian la insulina. Así se conoció el papel del cromo en la regulación de los niveles de azúcar en sangre.
En el cuerpo humano sólo se almacenan cantidades muy pequeñas de cromo. Apenas 6 mg se encuentran en la piel, los riñones y el cerebro.
Existen dos tipos de cromo, el cromo 3 (Cr3+), también conocido como picolinato de cromo, y el cromo 6, especialmente oxidante y tóxico para el ser humano.
El cromo está presente en casi todos los alimentos, pero en cantidades muy pequeñas. Sin embargo, algunos alimentos contienen más cromo.
Los alimentos con mayor contenido en cromo son la levadura de cerveza (128 µg/100g), el marisco y, en particular, los mejillones (128 µg/100g) y las ostras (57 µg/100g), las semillas oleaginosas como las nueces de Brasil (100 µg/100g), los hígados de animales como el hígado de ternera y el hígado de aves de corral yema de huevo, ajo seco (60 µg/100g), productos integrales, patatas y algunas frutas y verduras como el brécol (18,3 µg/100g) o los plátanos (1 µg/100g).
Las acciones del cromo sobre el metabolismo de los hidratos de carbono como cofactor de la insulina, por una parte, y sobre el metabolismo de los lípidos, por otra, confieren al cromo varias indicaciones terapéuticas.
El cromo tiene la capacidad de unirse a la insulina, facilitar su transporte a los receptores y favorecer su fijación. Como la insulina es una hormona hipoglucemiante, es decir, que reduce los niveles de azúcar en sangre tras una ingesta de azúcar en la dieta, el cromo es por tanto esencial para normalizar los niveles de azúcar en sangre y prevenir la diabetes de tipo 2.
Un estudio estadounidense de 20151 demostró que las personas que tomaban suplementos de cromo tenían menos riesgo de padecer diabetes de tipo 2 que las demás.
La resistencia a la insulina aumenta la tendencia a acumular grasa, ya que esta hormona favorece la lipogénesis (formación de tejido adiposo).
En cambio, el cromo tiende a aumentar la masa magra, es decir, el músculo, que es el principal consumidor de calorías. Cuanto más musculoso sea, mayor será su metabolismo y más calorías quemará, incluso en reposo.
Al facilitar la unión de la insulina a los receptores y aumentar su eficacia, el cromo permite una mejor utilización de la glucosa sanguínea por las células del organismo. De este modo, tiende a frenar las ansias intempestivas de azúcar que provocan los antojos y el aumento de peso.
El cromo limita la lipogénesis (fabricación de tejido adiposo), reduce los niveles de colesterol total y aumenta el colesterol "bueno" (colesterol HDL).
Por tanto, una carencia de cromo podría aumentar las grasas malas en la sangre, que provocan la formación de placas de ateroma en los vasos sanguíneos. Estas famosas placas son responsables de la obstrucción de las arterias, principal causa de enfermedades cardiovasculares y accidentes vasculares.
La Agencia Nacional Francesa de Seguridad Sanitaria de los Alimentos (ANSES) recomienda una ingesta diaria de entre 25 y 70 µg de cromo en función de la edad, con las necesidades más elevadas para las mujeres embarazadas y en periodo de lactancia y las más bajas para los niños pequeños.
La carencia de cromo se manifiesta por antojos de azúcar y, a veces, signos de hipoglucemia. Para evitar estos síntomas, sería eficaz una suplementación con 25 µg de cromo al día.
Para regular los niveles de azúcar en sangre en casos de diabetes incipiente o prediabetes, puede ser necesaria una dosis mayor (de 100 a 200 µg de cromo).
Los suplementos de cromo no están recomendados para personas con problemas hepáticos o insuficiencia renal.
También hay que tener en cuenta que la vitamina C aumenta la tasa de absorción del cromo, mientras que el zinc la disminuye.
No hay riesgo de sobredosis de cromo alimentario, por lo que no existe una dosis máxima. En cambio, una parte del cromo industrial podría ser cancerígeno, por lo que es preferible no superar la dosis de 120 µg al día.
1. McIver DJ, Grizales AM, Brownstein JS, Goldfine AB. El riesgo de diabetes tipo 2 es menor en adultos estadounidenses que toman suplementos que contienen cromo. J Nutr. 2015 Dec; 145(12):2675-82.